Desde el 2014, La Paz y El Alto disfrutan del sistema de transporte por cable “Mi Teleférico” que tiene líneas distribuidas por diferentes zonas para conectarlas. En sus instalaciones y alrededores se han instalado varias formas de negocio y servicios que facilitan la vida del usuario que se transporta continuamente por las cabinas aéreas ya que a su paso puede encontrar de todo.
Negocios grandes y reconocidos, han puesto sucursales dentro de las diferentes estaciones del Teleférico, entre ellas esta Pollos Copacabana con sucursales en la estación central en la que se unen la línea roja y la naranja, además de la línea amarilla de ciudad satélite, donde también se encuentra supermercados Ketal, y Ketal Express.
Farmacias Bolivia cuenta con sucursales en la línea naranja y línea amarilla de la ciudad de El Alto. Por otro lado, Jawitas mi Chulumani está presente en la estación Sopocachi, y la estación San José de la línea morada que se encuentra al lado del edificio Correos, donde también uno se puede deleitar de la dulzura de los pasteles Michelline.
Impuestos Nacionales también ha apostado por brindar comodidad a la gente poniendo una sucursal en la estación mirador de El Alto, al lado de la librería Don Bosco “Sociedad Salesiana” y la Empresa distribuidora de Electricidad del Departamento de La Paz (Delapaz) que igualmente está presente en la estación 16 de Julio.
El Servicio General de Identificación Personal (Segip) brinda sus servicios a la población en la estación del teleférico rojo en la ciudad de El Alto mientras que en la estación central y la estación mirador de la línea amarilla están los multicentros Entel.
La red de integración metropolitana Mi Teleférico llamó la atención de propios y extraños desde que se inauguró la línea roja, que fue la primera en abrir sus puertas a la gente el 30 de mayo del 2014 y que ha sido de gran ayuda para la gente se traslada desde la ciudad de La Paz a El Ato y viceversa, evitando las calles congestionadas de la ciudad.
El transporte por cable llegó a innovar y modernizar las dos urbes con sus diferentes estaciones situadas estratégicamente, unas más grandes, más concurridas, y con más trasbordos que otras; pero lo que no ha cambiado es la forma de negocio que los bolivianos adoptaron con los años a manera de sustento, específicamente se incrementó con el movimiento económico en las diferentes instalaciones de Mi Teleférico.
El pequeño comerciante que vende audífonos y cargadores, la vendedora de dulces y gaseosas de la esquina, los puestos improvisados a diario donde se venden comidas tradicionales y las famosas “sopitas de fideo”, los carritos de bebidas y ensaladas de frutas, y los anaqueles que venden desde galletas hasta cigarrillos a las afueras de las instalaciones del transporte por cable son el común denominador de cada una de ellas.
Estas personas no han desaprovechado la oportunidad para situarse en el lugar y ofrecer sus productos a la gente que entra y sale de las instalaciones. Ya sea que sus potenciales clientes estén apurados, cortos de tiempo o simplemente de paseo por el lugar, los comerciantes no desaprovechan la ocasión y varias voces al unísono te ofrecen diferentes comidas, bebidas o artículos.
Doña Julia, una de las vendedoras de caldo de pollo en los alrededores de la estación mirador de la línea amarilla, comenta que vende desde la mañana hasta medio día o que acabe la comida que lleva para vender e indica que el Teleférico atrajo más clientes al lugar.
“El teleférico nos ha traído gente, sino no hubiésemos salido. Cuando ya había el teleférico, ya había clientes (…), las ventas cambian a fin de mes casi ya no hay mucha venta y a momentos también hay”, dijo Julia.
La venta mejoró e incluso fines de semana, la empresa Mi Teleférico los trasladó a mejores lugares, les pintó sus anaqueles que se piensa modernizar prontamente y ponerlos de un solo tamaño. Les dieron un uniforme que deben portar toda la semana y siempre les piden limpieza, indica Dionisia Suxo, vendedora en un anaquel.
“La venta mejoró bastante, este puestito era más abajo en la caja de seguros, de ahí nos han subido y más bien los del teleférico no los han pintado, acomodado y han puesto una patilla a los quioscos (…), se han incrementado las ventas, como la gente sale, entra, llegan de El Alto, hasta domingos yo vengo a vender porque soy mujer sola y tengo que atender los gastos de la casa”, expresó Suxo.
Uno de los comensales del lugar, Abel, cree que está bien la venta callejera de comida al paso “a veces no hay tiempo ni para almorzar entonces la comida rápida está bien”, pero que estos puestos también dificultan el paso cuando las estaciones están llenas y hay filas. Asimismo considera que la calidad de la comida varía y hay que buscar entre la variedad.
“Aquí está más económica (la comida) y hay varias calidades, no son iguales, hay que buscar en donde porque no todos hacen igual de rico”, aseguró el señor Abel.
Diversidad de negocios son los que se observan dentro y fuera de las estaciones del teleférico, unos más elegantes que otros, más caros o económicos y muy variados en los que se puede comprar desde dulces en el quiosco de la esquina hasta el realizar el registro de la cédula de identidad en el Segip. Pero lo cierto es que las personas que se encuentran en cualquiera de las estaciones tienen a su paso variedad de productos y servicios para escoger y utilizar.
Fuente: Página SIETE